Antiguamente existían zonas o pequeños terrenos llamados aimeras o femeras (estercoleros). Allí se depositaba el estiércol o fiemo (ciemo) que se había "sacado" de las cuadras y corrales para que se transformase con el tiempo en abono natural.
La cuadra había que "sacarla" para que no se acumulase el estiércol y estuviesen limpios los recintos de los animales. Con una horca de ganchos metálicos y espuertas (capazos planos de mimbre) se procedía a la limpieza, cargando los serones de esparto o carros. Una vez limpia la cuadra se esparcía paja limpia con el fin que empapase las humedades de los orines y defecaciones de los animales.
Las aimeras estaban situadas a las afueras del pueblo y resguardadas del cierzo. Cada cierto tiempo se le daba vuelta al estiércol para que se fuese secando.
Cuando era necesario femar (abonar) los campos y huertos se transportaba en carros o caballerías, se echaba por el sitio requerido y se dejaba listo para labrar.
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