Uno de los oficios más peculiares fue el de aguacil (alguacil). Antes de la guerra civil el alguacil de Plenas fue un tal Ramón y desde 1939, Pascual Sancho, apodado amistosamente "el tío aguacil" y a su mujer, Valeriana Yus "la tía aguacila". Para acceder a este oficio había que solicitarlo a la Casa Lugar (Ayuntamiento) y ésta, le pagaría la remuneración acordada. Pascual estuvo 42 años de alguacil y aparte de echar los bandos que dictaba el Ayuntamiento, tenía otra obligaciones para con el pueblo. Los fuegos artificiales de las fiestas los lanzaba sujetándolos únicamente con la mano, ante la mirada atónita de zagales y zagalas. En algunas ocasiones, la tía aguacila también los lanzaba pero introduciendo el cohete en el hueco de una llave de las antiguas de tubo.
Si fuese necesario, en ausencia del alcalde, llamaba la atención y sancionaba a vecinos que con su comportamiento hubiesen perturbado la convivencia del resto de la comunidad.
Era obligación ir a buscar a los músicos que acudían al pueblo para amenizar las fiestas, acompañarlos a la fonda y guiarlos en pasacalles por las calles, tantas veces como fuese necesario.
Cada bando lo echaba en 11 lugares o esquinas distribuidas por el pueblo. Los pregones por extravío de animales, ventas en la plaza, etcétera no se cobraban.
Si por causa de enfermedad o ausencia no podía echar los bandos, era sustituido por su mujer o por alguno de sus hijos Pascual o José.
Existían dos tipos de bandos: de ayuntamiento o particulares. En cada una de las 11 esquinas, Pascual hacía toques de corneta dependiendo de uno u otro, que precedían al bando.
Pregón de ayuntamiento con dos toques de corneta:
De orden del señor alcalde
se hace saber,
que queda prohibido
tirar basura por las calles.
Pregón de particulares con un toque de corneta:
El que quiera comprar tomates,
en la plaza se venden.
Antes de utilizar la corneta los bandos se hacían con tambor.
El único distintivo que portaba el alguacil era un gorro de plato con la palabra "alguacil" grabado en la misma.
A lo largo de los años hubo pregones anecdóticos que hicieron sonreír a muchos vecinos. Éste, lo mandó echar el tío Pedro Gabino:
El que se haya encontrado una gallina
que la mate,
que se la coma
y no lo diga.
La tía Valeriana y el tío Pascual, alguaciles de Plenas. Foto: I. Navarro |
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