Un día de verano, poco
después de la guerra civil del 36, la rutina cotidiana del pueblo de Plenas se
vio alterada por un curioso suceso.
En la partida del Plano, muy
cerca de la costera de la
Guardia , junto al borde del valle, por una conjunción de
situaciones atmosféricas, se originó un “remolino de viento” que poco después
se fue engordando y adquirió grandes proporciones.
Su imagen causaba pavor. La
gente lo veía desde el pueblo y lo miraba aterrorizado, pensando que
descendería y arrasaría el pueblo.
Era una columna que unía el
cielo y la tierra, bastante gruesa, de polvo que giraba sin cesar… Nunca se
había visto este fenómeno por aquí.
Algunas mujeres y niñas que
estaban en el lavadero, salieron a ver el enorme remolino y se encontraron con
una vecina, ya mayor, sudorosa , que venía corriendo y fuera de sí… desde el puente del río, gritando sin cesar:
–Que viene la fin del mundo! Corred
hijas mías, ¡que viene la fin del mundo!
Poco después el remolino
desapareció tan misteriosamente como se había formado. Algunos vecinos se
acercaron al lugar donde se había formado y vieron parte de los campos
arrasados y una gran parva extendida por allí.
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