El día 11 de agosto de 1936, la columna anarquista de Saturnino Carod, que se había formado en Cataluña, tomó Muniesa después de un enfrentamiento armado. Esa noche pasaron por Plenas gentes que huían ante el avance de los republicanos y dieron aviso a algunos vecinos de lo que se sucedía y unos cuantos pudieron huir. El día 12 de agosto de 1936, a las nueve de la mañana, llegaron a Plenas grupos de milicianos y paisanos con pañuelos rojos, en varios camiones. Iban disparando al aire. Los pleneros estaban en las eras y en los campos trabajando, muchos se escondieron atemorizados, otros salieron a recibirlos con los brazos abiertos. Aquel día hubo una gran destrucción en el pueblo, quemándose varias casas de vecinos de derechas, así como archivos, el ayuntamiento, la iglesia parroquial y las ermitas de Santa Bárbara y del Carrascal. Alguno de los milicianos que subieron de Muniesa, se apropió del crucifijo que había en la iglesia y se lo llevó a su localidad como botín de guerra. Cuando en marzo de 1938 las tropas de Franco toman Muniesa, cuentan que encontraron metido este crucifijo en un barril lleno de harina, y lo consideraron un milagro. Poco después, las gentes de Muniesa y de los pueblos de la zona que iban siendo tomados por las tropas de Franco, realizaban peregrinaciones andando desde su localidad al Pilar de Zaragoza, a darle gracias a la Virgen. Los vecinos de Muniesa llevaron el crucifijo aparecido milagrosamente en dicha procesión y al llegar a Zaragoza, les hicieron fotos, que son las que vemos aquí. Alguien se dio cuenta que este era el Cristo que había en Plenas y poco después se solicitó a los de Muniesa que devolvieran el crucifijo a Plenas, como así se hizo.
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