El día 10 de octubre de 2008, fuimos a Salou a una conferencia que daban Celedonio Garcia y José Antonio Adell, en el Centro Aragonés de la localidad. A la conferencia acudió Antonio Gimeno, un plenero que se dedicó a negocios de hostelería, con el que estuvimos hablando y nos contó sabrosas historietas de su vida.
Nació en Plenas, en 1937. Era hijo de Cesáreo y Bárbara. Su padre tenía una tienda de comestibles en Plenas. Su madre se dedicaba a vender y su padre iba a buscar productos en carro a Escatrón, Albalate, Andorra, Daroca… y a veces se llevaba a Antonio.
Eran los tiempos del estraperlo y se aprovechaban los viajes para contrabandear con aceite fundamentalmente.
Siendo Antonio niño, de 9 ó 10 años, se fue con su padre hasta Daroca con el carro.
A la vuelta a Plenas, el carro iba cargado y al pasar por un camino, como había barro, el carro se ladeó y se quedó enganchado en un talud y no había forma de sacarlo de allí. Cesáreo se fue a buscar unas caballerías al pueblo cercano y dejó allí al niño, que era ya de noche, con el carro en medio de la nada. Antonio estaba lleno de miedo. A las tres horas volvió Cesáreo con las caballerías y ya pudieron sacar el carro.
En verano viajaban de noche por el calor y también para evitar a la guardia civil. Llevaban sacos y dentro metían los botos llenos de aceite, y enciman ponían las frutas y verduras, y otros productos.
En cierta ocasión pararon en una venta junto a una estación e iban cargados de aceite de estraperlo, y al entrar, el corazón les dio un vuelco porque encuentran allí dentro a la guardia civil tomando unas cosas, pero no pasó nada.
Conocían a la Guardia Civil. Dice que en Azuara había dos que eran más buenos, pero los de Belchite eran muy malos. Estos les paraban y para ver si llevaban aceite , metían la varilla de limpiar la boca del fusil a ver si encontraban algo.
A las caballerías les decía “pasallá” para girar a la derecha y “güesque” para girar a la izquierda.
Una vez, yendo en medio de unos campos, se asustaron pues iban con el carro cargado y a lo lejos ven que se les acercaba una pareja de la guardia civil en bici. Ya creían que estaban perdidos, cuando observan que los guardia civiles tuercen por un camino y continúan como si nada. Pasan cerca de ellos pero no les dicen nada. Nunca les pillaron pero pasó mucho miedo.
Llevaba los productos a vender por los pueblos. Una vez fue a vender aceite de estraperlo a un pueblo de Guadalajara desde Albacete.
Antonio, de niño, montaba muy bien a caballo, a pelo, sin montura y su padre le mandaba a los pueblos vecinos a cobrar lo que les debían cuando se cobraba la cosecha, e iba a caballo. Me comenta que aún guarda todavía, 70 años después, la libretica donde tiene apuntados a varios que todavía no le han pagado lo que le debían.
CATALINO JIMÉNEZ RAMOS
ResponderEliminarRomance
El estraperlo de subsistencia de los
coruchos en la posguerra.
Años oscuros del hambre,
de cárcel y represión,
sin jornales ni esperanza,
huérfana España de Dios.
Sin veredas ni caminos,
ni sendas de libertad,
a los pobres les quedaba
no más que el echar a andar.
Por cerrados horizontes,
ámbitos en la oquedad,
recintos con cerraduras
había que sortear.
En la España racionada
convertida en un cuartel,
con los guardias en alerta
le echaban valor y fe.
Los costales en las mulas
y ellos caminando a pie,
asen el ramal con fuerza
y el viento susurra en él.
Cruzan sierras, surcan ríos
y los saben vadear,
con aguas llegando al cuello
en días de temporal.
Catalino, casi un niño
sin barba a la que afeitar,
ya va a tierras de la Mancha
en busca del cereal.
Ya sea cebada o trigo
o garbanzos tanto da,
estraperlo de carencias
ya habrá quien lo comprará.
Sabe que quien compra y vende
precisa de habilidad,
y empleo de la sonrisa
y él esto sabe emplear.
Con el dinero tasado
en su alcancía no hay más,
y en orfandad se halla su hucha
inclusera de metal.
Si la mercancía pierde
o llega a desbaratar,
dinero no habrá en reserva
y un valedor no hallará.
Por aledaños que cruza
el Maquis presente está,
y Guardia Civil acecha
y a él le van a implicar.
Le acusan de formar parte
del grupo de Reguilón,
y someten a tortura
sayones del dictador.
Le sumergen en un pozo
pendiendo de la garrucha,
y van sacando y metiendo
al ritmo que les divierte.
Con los métodos que saben
pues psicólogos no son,
culatazo y tente tieso
y pateo al por mayor.
En el Casar de Escalona
le despojan de la carga,
le despojan de la mula
por un mes de duración.
Trabajadores honrados
que delincuentes no son,
peor que a bestias trataban
del cortijo del señor.
Por Gredos atravesaban
y en el Tiemblo descargar,
y el Pantano del Burguillo
brillando en la oscuridad.
Por los Montes de Toledo
entre chaparro y zarzal,
cruzan sendero escarpado
que al lobo miedo le da.
Perseguidos y acosados
por querer ganar el pan,
en reata van de noche
acechados por el mal.
Con la justicia al revés
la que dictó el vencedor,
al pobre solo quedaba
ir a la buen de Dios.
Subsistencia de estraperlo
aceptaron los coruchos,
y tomaron como vino
y cual vino se alejó.
Catalino se hizo hombre
antes que niño creció,
el destino era de entonces
de pobres, hambre y sudor.
Catalino ante el peligro
acrecentó su valor,
y decidió sentar plaza
en bandera de legión.
Ni cuatro lustros tenía
cuando en Madrid se plantó,
y en el banderín de enganche
hizo allí su aparición.
Pues él en sus pocos años
se hizo su composición:
"Si legionario me hago
esquinazo les doy yo".
En la puerta hizo antesala
y penetró en un despacho,
donde un oficial canoso
le aconsejó lo pensara.
Y siempre con la intuición
pupilar de hombre de campo,
que abarca todo el conjunto
hizo fu como los gatos.
Los recordó de la guerra
cuando todo lo arrasaban,
y en alianza con los moros
nueva invasión fue de España.
Siendo hombre rico en recursos,
fértil de imaginación,
asendereó sus pasos
por un sendero mejor.
Pues él a alguien conocía
que tenía relación
con un médico notable
de algún estado mayor.
Le arreglaron los papeles
del ejército del aire,
y frente al banco de España
se cuadra ante generales.
Y vemos a Catalino
uniformado de azul,
con sus dos años de mili
donde Azaña administró.
Producido aquel paréntesis
mejoró su situación,
y vuelto al mundo civil
en Cenicientos se halló.
Y al romance pongo fin
encarnando en Catalino,
subsistencia de estraperlo
y así poder subsistir.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho