11 mar 2011

Braulio Cebollada, alcalde republicano de Plenas

Plenas
Cebollada Cebollada, Braulio

Braulio Cebollada es tal vez uno de los mejores ejemplos de cómo la guerra civil dinamitó, en ocasiones por completo, trayectorias políticas, vidas y familias.
Este plenasino había nacido el 26-3-1892 y, al menos hasta julio de 1936, nada hacía presagiar que fuera a cambiar una vida que transcurría de forma más o menos plácida entre su familia, su trabajo de carpintero –como carpinteros habían sido su padre y su abuelo- y una modesta actividad política que, en todo caso, no sobrepasaba los contornos de su localidad. Huérfano de padre desde joven, pronto debió comenzar a trabajar y, desde luego, dejar de estudiar. Ahora bien, eso no sería en absoluto óbice para que se formara de forma autodidacta y para que estuviera suscrito a revistas y fuera un asiduo lector de prensa y libros así como un respetado orador y escribiente.
También fue respetado por muchos en el ámbito de las ideas y la política. Al menos desde los años veinte ya se había interesado, y en la medida de lo posible participado en la política de su pequeño pueblo. Braulio Cebollada nunca había sido religioso, y de hecho llegó a autodefinirse como «agnóstico» y gustaba de debatir, en ocasiones ácidamente, con el párroco y con varios compañeros en conversaciones en las que la Iglesia y los «ricos» quedaban a menudo peor parados de lo que sus convecinos más conservadores estaban dispuestos a ver con buenos ojos. De acuerdo con el testimonio del que fuera primer alcalde de la posguerra, en 1940, «al venir la República sólo estaba él de republicano». Pero sería precisamente la llegada de este régimen lo que le hiciera adentrarse de veras en la arena pública, lo que llevara a convertirle, andando el tiempo, en presidente de Izquierda Republicana de Plenas, en verdadero organizador de la  izquierda local. e incluso, aunque hasta entonces «prefería estar en segundo plano», el alcalde del Ayuntamiento designado tras las elecciones del Frente Popular. No sólo se trataba de que asistiera a mítines de Azaña, de que todos los 14 de abril sacara la bandera republicana, o en suma de que fuera sin duda el que «tenía las ideas más claras» entre sus correligionarios republicanos y ugetistas. Se trataba también de que promovió desde la Alcaldía una serie de iniciativas que, frente al temor de los ayuntamientos conservadores ante cualquier cambio, se encaminaban a intentar mejorar las condiciones –como se decía en la época- del «pueblo». Sobre todo durante esos esperanzados meses durante los que presidió el Consistorio, desde el 13 de marzo de 1936 hasta julio, parecía llegada la hora en Plenas de las reformas republicanas.
Estas reformas, o al menos los intentos de encaminarse hacia ellas, siguieron similares sendas a las transitadas en tantos otros lugares. La primera y principal fue, sin duda, la de las múltiples obras públicas promovidas por el consistorio, tal como se puede seguir en sus actas, para emplear a los numerosos desempleados: construcción de la carretera, la fuente, el matadero, la escuela de párvulos, la fosa común del cementerio y de algunos terraplenes para afianzar ciertas calles; trabajos de arreglo de calles y de las escuelas; reparaciones en el castillo; limpieza de acequias; derribo de una nevera; y blanqueo de todo el pueblo junto a esas medidas, llevaban asimismo la firma del Alcalde otras disposiciones como las que preveían la aplicación de la Reforma Agraria –la cuestión que dividía al pueblo-, la incautación de la administración de la Ermita del Carrascal, o la adhesión al Congreso Pro-Autonomía de Caspe y al consiguiente proyecto de Estatuto Aragonés.

Braulio Cebollada y su esposa Bruna Serrano. Fuente: N. Herreros.



Todo ello quedó hecho añicos, no obstante, con el comienzo de la guerra civil. Al igual que tantos otros alcaldes republicanos, se vio superado por el torbellino de acontecimientos que se sucedían sin tregua: las inciertas noticias del golpe de estado primero; la destitución de su Consistorio a punta de pistola por la Guardia Civil de Herrera de los Navarros y su sustitución por otro de derechas, después, el fusilamiento de su hermano por los falangistas en Belchite; y, por fin, la toma del pueblo por las milicias anarco-sindicalistas de Saturnino Carod –el famoso cenetista proveniente de la cercana Moneva-, con la consiguiente huida y persecución de los derechistas y la creación de una colectividad agraria. Cebollada figuraba como presidente del primer Comité Revolucionario nombrado por las fuerzas milicianas y, de acuerdo con los testimonios recabados, a pesar del escaso poder real de que disfrutaba –frente al Comité de Guerra de la Columna- procuró encauzar y reducir en lo posible saqueos, quemas y represalias. Posteriormente, queda desplazado por nuevas figuras amparadas bajo las nuevas siglas de CNT y las ya más asentadas en el pueblo de UGT. De acuerdo con la documentación disponible, su nombre ya no aparece entre los componentes del segundo Comité, y figura como mero vocal en el tercero (enero-mayo de 1937), en la Comisión de la Junta Calificadora local (septiembre 1937) o en el último Consejo Municipal nombrado en noviembre de 1937 una vez disuelto el Consejo de Aragón.
Después, con la toma de Plenas por las tropas franquistas en marzo de 1938, llegaría la retirada, el exilio, la pesadilla. Retirada, en primer lugar, hacia Cataluña, donde se empleó como guardia de asalto en Barcelona y su mujer e hijos quedaron evacuados en Llabaneras en la casa de Miláns del Bosch. Exilio, más tarde, en el sur de Francia (Terrast y Sahorre, ambas cerca de Perpiñan), previa huida por La Junquera e internamiento en las playas de Argèles-sur-Mer y, ya durante la ocupación nazi de Francia, en el campo de concentración de La Pallice (junto a La Rochelle), donde realizó trabajos forzados en la construcción de una base submarina para la Kriegsmarine alemana. Y, en suma, pesadilla, pues no de otra manera denominaba él mismo la obligada separación de su familia y la situación en que ésta quedó, con su mujer, hermana y madre condenadas a seis años de cárcel y sus hijos internados en una institución de Protección de Menores. Pero, como nos relata una de sus hijas, era la opción menos mala: si hubiera vuelto en esos años, «le habrían matado seguro», tal como lo hicieron con otros parientes de Plenas y Belchite; entre ellos, buena parte de la familia materna del que habría de ser Joan Manuel Serrat. Como consecuencia sólo volvería a España –en 1971, y en contra de su firme determinación de no hacerlo mientras viviera Franco-, con motivo de una grave enfermedad de su espera, que se había reunido con él en Francia una década atrás. Dos años después, moría en Zaragoza un 30 de mayo en pleno otoño del régimen que tanto había trastocado su existencia y la de los suyos).

Juntas directivas. Constitución de Juntas Directivas de UGT durante la II República.
Plenas
     (1 julio 1933): Emiliano Lahoz (presidente), Luis Gracia (vicepresidente), Rubén Marteles (secretario), Ponciano Vila (vicesecretario), Félix Fortún (tesorero), Doroteo Gracia (contador). Vocales: Tomás Ambroj, Pedro Gracia, Antonio Marteles, Inocencio Villanueva y Pedro Gracia Gracia.
     Sociedad de Oficios Varios (16 septiembre): Martín Bailo Lucia (presidente), Luis Gracia Marteles (vicepresidente), Rubén Marteles Gracia (secretario), Ponciano Vila Expósito (vicesecretario), Félix Fortún Marteles (tesorero). Vocales: Román Ambroj Marteles, Pedro Gracia Marteles, Antonio Marteles Gracia, Inocencio Villanueva Gracia y Pedro Gracia Gracia.
     (9 de mayo de 1936): Emiliano Lahoz (presidente), Melchor Villanueva (vicepresidente), Mariano Marteles (secretario), Ponciano Vila (vicesecretario), Pedro Gracia (tesorero), Pedro Gracia Marteles (contador). Vocales: Petronilo Gracia, Manuel Cebollada, Román Ambroj, Jacinto Gracia y Generoso Gracia.
Fuente: Vida Nueva (las fechas se corresponden con las de su publicación en este periódico)



Republicanos y República, Socialistas y republicanos de izquierda en Zaragoza y provincia, 1931-1936. Enrique Bernad Royo, Ester Casanova, Roberto Ceamanos, Julita Cifuentes, José Luis Ledesma, Víctor Lucea y Pilar Maluenda. Páginas 98-100.Grupo Socialista de la Diputación de Zaragoza. Zaragoza, 2003.

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