Es normal oír en el pueblo que ahora no hay nevadas como las de antes. En enero de 2010 cayó una gran nevada en el pueblo y como hubo ventisca, arrastró la nieve y la fue amontonando en enormes balagueros, habiendo casas casi cubiertas por la nieve.
Era una imagen extraña que de vez en cuando nos recuerda que todavía puede haber nevadas. Picado por la curiosidad me puse a preguntar sobre nevadas en el pueblo y aquí dejo constancia de algunas cosas de las que me enteré.
Grandes nevadas
En el siglo XIX hubo enormes nevadas en Plenas, de las cuales solo queda constancia por la prensa y los registros meteorológicos.
Fueron muy importantes la de 1829, la de 1855 y la de febrero de 1889.
En Plenas, cuando había ventisca, desaparecían caminos y todo quedaba borrado. Los pastores y gentes que se encontraban fuera del pueblo tenían enormes dificultades para dirigirse al pueblo y entonces se hacía un toque especial en las campanas de la torre para orientar a los caminantes perdidos que guiados por el sonido, dirigían sus pasos hacia el pueblo. Hay constancia de caminantes que han muerto cerca del pueblo, al perderse en días de grandes nevadas. Después de la guerra, en El Plano, cerca de las Tarayuelas, un caminante que venía desde Blesa se desvió del camino durante una nevada y cayó en una oquedad, descubriéndose días mas tarde su cuerpo congelado.
En 1920 cayó una gran nevada. En 1933 hubo una gran nevada que recordaba mi madre. Era una niña pero después de la nevada, la ventisca acumuló la nieve en las calles del pueblo y había enormes montañas de nieve. Los niños jugaban deslizándose con sacos por aquellas pistas. Las puertas de muchas casas estaban tapadas por la nieve y no podía salir la gente, teniendo que abrir caminos con palas.
Hubo nevadas importantes pero no demasiado grandes hasta el año 1962, que en diciembre una gran ola de frío invadió Aragón. Yo era muy niño pero recuerdo el tremendo frío que hacía y como en los cristales de casa se formaban plumas de hielo, cosa que a no he visto nunca más por Zaragoza. Esos días, Ignacio había ido a Plenas y tenía que volver pero con la nevada el autobús no pudo pasar y se tuvo que quedar 4 ó 5 días en Moyuela.
En diciembre de 1970 cayó una tremenda nevada que me cogió en Plenas. Lo mismo que en todas nevadas, la ventisca creó enormes montañas de nieve que eran un placer para jugar los niños. Como había tanta nieve, no pudimos salir. Recuerdo el río Santa María, debajo de las excuevas, totalmente helado y convertido en una magnífica pista de patinaje donde los niños jugábamos de los lindo.
© Ángel S. Tomás
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