Los Jaliscos
Hace algunas décadas, acudían a Plenas gentes ambulantes que ofrecían o vendían distintos tipos de productos relacionados con la tradición oral. Les llamaban "comediantes" y entre ellos, se encontraban los que recitaban y vendían romances.
Los Jaliscos –como eran apodada una familia–, vendían romances, aleluyas y canciones de la época. Se cree que esta familia procedía de algún pueblo de la redolada y estaba compuesto por un matrimonio y su hija. Dicen que eran de condición pobre y lo único que tenían, era el dinero o productos alimenticios que obtenían con la venta o truque de "papeles" con letras de canciones y romances.
Para desplazarse de un pueblo a otro se servían de un viejo carro de madera, tirado por el mismo padre, al que llamaban Jalisco. A la madre le decían Jalisca y la hija se llamaba Rosita.
Siempre paraban en la plaza del pueblo y cuando el padre se dirigía a la hija para que comenzase a trabajar, lo hacía de la siguiente manera: ¡Rosita sube al andamio! Y Rosita subía al carro para recitar el cancionero y romancero de moda, que venderían a los oyentes.
Hace algunas décadas, acudían a Plenas gentes ambulantes que ofrecían o vendían distintos tipos de productos relacionados con la tradición oral. Les llamaban "comediantes" y entre ellos, se encontraban los que recitaban y vendían romances.
Los Jaliscos –como eran apodada una familia–, vendían romances, aleluyas y canciones de la época. Se cree que esta familia procedía de algún pueblo de la redolada y estaba compuesto por un matrimonio y su hija. Dicen que eran de condición pobre y lo único que tenían, era el dinero o productos alimenticios que obtenían con la venta o truque de "papeles" con letras de canciones y romances.
Para desplazarse de un pueblo a otro se servían de un viejo carro de madera, tirado por el mismo padre, al que llamaban Jalisco. A la madre le decían Jalisca y la hija se llamaba Rosita.
Siempre paraban en la plaza del pueblo y cuando el padre se dirigía a la hija para que comenzase a trabajar, lo hacía de la siguiente manera: ¡Rosita sube al andamio! Y Rosita subía al carro para recitar el cancionero y romancero de moda, que venderían a los oyentes.
Cuando estas gentes aparecían por el pueblo, rápidamente se corría la voz para anunciar la llegada de los comediantes: "Ya han llegao las comedias" –decían–.
El ciego de El Villar
El ciego de El Villar
En el Villar de los Navarros vivía un ciego que también vendía todo tipo de romances.
Los Arturos
Según el censo municipal de 1928, había dos familias de comediantes empadronadas en Plenas.
Cartel que "Los Arturos" utilizaban para anunciar la función |
"Los Arturos" interpretando a un fakir encima de cristales. Al final de la sesión, como lo hacían sus antepasados, rifaron entre los asistentes una botella de anís "Castellana" |
© Ignacio Navarro
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